El dolor es un arma de doble filo, nadie quiere sentirlo, pero taparlo y negarlo solo nos trae más sufrimiento. Y más en una sociedad en la que se premia la explotación para el crecimiento constante, en la que es imprescindible negarlo a costa de ser nuestra mejor versión. Ahogamos nuestro dolor para adaptarnos a este sistema enfermo. Buen Dolor indaga en nuestro malestar, no para sacar provecho de él, sino para aliviarlo, no para someternos, sino para liberarnos. Porque si atravesar la oscuridad da miedo y pereza, qué mejor que recorrerla acompañado. Quizás juntos reunamos el coraje necesario para mirar nuestras heridas.